La creación, incluídos nosotros mismos, forma parte de un plan general del Creador. Pero, nuestros primeros padres fueron tentados por el diablo y desobedecieron a Dios. Por esta razón perdieron para ellos y para toda la posteridad la vida de la gracia y santidad. Este es el estado de pecado original en que todos nacemos. Las puertas del cielo fueron cerradas a la humanidad como resultado del pecado original.
Por eso, fue necesaria la Redención que llevó a cabo Jesús, quitando el pecado del mundo (Jn 1, 29). Solamente por Cristo puede el hombre pecador llegar a ser hombre celestial como Dios lo había dispuesto (1 Cor 15, 45-49).
Adviento es el tiempo para avivar nuestra esperanza de la revelación como hijo de Dios (Rom 8, 19). Es esperar la venida de Cristo por gracia en Navidad y su venida final cuando se cumpla el plan de Dios para todos los revestidos en Cristo por la fe y el Bautismo.
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